1.
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INTRODUCCIÓN
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Anemia (del griego, 'sin sangre'),
enfermedad de la sangre caracterizada por una disminución anormal en el número
de glóbulos rojos (eritrocitos o hematíes) o en su contenido de hemoglobina.
Los hematíes son los encargados de transportar el oxígeno al resto del organismo,
y los pacientes anémicos presentan un cuadro clínico causado por el déficit de
oxígeno en los tejidos periféricos. Existen diversas situaciones clínicas en
las que están disminuidas las cifras de hemoglobina o la cantidad total de
glóbulos rojos, sin que se pueda hablar de anemia: por ejemplo en situaciones
en las que aumenta el volumen plasmático circulante como ocurre en el embarazo,
en esfuerzos físicos intensos, o en situaciones de deshidratación.
2.
TIPOS DE ANEMIA
La anemia ferropénica
es la más frecuente y se debe a un déficit de hierro, lo que origina una
alteración de la síntesis de hemoglobina. La llamada anemia de los trastornos
crónicos es la segunda en importancia y se produce en el transcurso de diversas
enfermedades como el SIDA o la artritis reumatoide y se da sobre todo en
pacientes hospitalizados. Por último, destacar la llamada anemia megaloblástica
debida a un déficit de vitamina B12 (anemia perniciosa) y/o ácido
fólico, en la que se ve alterada la formación de glóbulos rojos.
3.
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SÍNTOMAS Y DIAGNÓSTICO
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La sintomatología depende de la magnitud
de la anemia, velocidad de instauración y situación clínica previa del enfermo.
Una instauración gradual de la anemia es mejor tolerada que la brusca (por
ejemplo en situaciones de sangrado masivo o de destrucción rápida de hematíes
por un tóxico). Ancianos o enfermos del corazón a veces presentan síntomas
clínicos con cifras de hemoglobina no excesivamente bajas.
Los síntomas más comunes de la
anemia son síntomas generales como decaimiento físico y psíquico, síntomas
cardiorespiratorios como fatiga y palpitaciones, síntomas gastrointestinales
como vómitos, diarrea o estreñimiento, síntomas neurológicos como cefalea,
acúfenos, mareos o vértigo y alteraciones genitourinarias como amenorrea o
pérdida de la libido.
Los hallazgos más frecuentes que se
observan al explorar al enfermo son la palidez de la piel y de las mucosas, que
guardan una relación proporcional con la intensidad de la anemia. Cuando la
situación es grave se observa una taquicardia, así como la aparición de soplos
a la auscultación cardiaca.
Para realizar un diagnóstico
adecuado es necesario realizar una historia clínica detallada del enfermo
(indagando sobre posibles etiologías como la existencia de un sangrado previo,
una dieta vegetariana o la toma de algún medicamento), una exploración física
exhaustiva y un estudio analítico (estudiándose entre otros parámetros el
número de glóbulos rojos, la cantidad de hemoglobina y el tamaño de los
eritrocitos).
4.
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TRATAMIENTO
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La transfusión de sangre o de
hematíes concentrados es el tratamiento de elección utilizado en las anemias
graves (habitualmente en las anemias agudas por sangrado). El tratamiento de
algunas anemias producidas por exceso de destrucción de hematíes conlleva la
extirpación del bazo, principal órgano de eliminación de los eritrocitos. Las
anemias ferropénicas deben tratarse con suplementos de hierro y las perniciosas
con inyecciones de vitamina B12. La eritropoyetina (hormona
producida por el riñón que estimula la producción de glóbulos rojos),
sintetizada de forma artificial, se está utilizando en algunos casos muy
especiales de anemia. Otros enfoques terapéuticos se centran en la corrección
de los déficit nutricionales u hormonales.
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